Despierto con estos signos de la lluvia, excedida de pretérito, de saudade y de nostalgias.
Un mar que no distingue su horizonte.
Un cielo gris que no termina de acabarse.
La lluvia desde la ventana siempre me recuerda mi infancia.
Desde este marco que delimita el adentro del afuera,
mirar la lluvia caer es como mirar la vida que aconteció siempre en otro tiempo y lugar.
Un marco que al igual que la piel tiene la función de delimitar al cuerpo,
por los recorridos que tendrán sus sentidos: Fenestra.
Disfrutar de mojarme bajo la lluvia vino con los años.
Lo recuerdo cómo un acto de rebeldía frente a una madre sobreprotectora,
para la que mojarse era sinónimo de enfermedad.
La recuerdo como un acto de erotismo, volviéndose una excusa más de los amantes que disfrutan demostrándose que no son impermeables.
La recuerdo nostálgica pues la lluvia es una cosa que sin duda sucede en el pasado.
La lluvia es mojarse, es el patio y la casa, es una voz, es también el tacto: tocar y ser tocada. Es la ventana, la apertura y el agujero, por los que el recuerdo, el deseo y el anhelo se cuelan.
La lluvia es la nostalgia, el Senhnsucht: conmemora lo lejano, la proximidad a lo lejano. Hay algunos que la describen como el incontrolable deseo del sujeto hacia no sabe qué... el anhelo.
Me gustan más los que entienden el Sucht como dolor, padecimiento, cómo lo escribiera Heidegger la nostalgia es el “dolor de la proximidad de lo lejano”.
La lluvia es también saudade, es un sentirse solo, saberse solo,
mientras al caer me trae la presencia de lo ausente.
Soledad que me recuerda aquello otro que fui,
esa infancia que ya no está,
soledad habitada por el pasado que se aleja y el futuro que tarda en llegar.
En este día de lluvia, habitada de nostalgias y de saudades, alguien me recuerda a Borges... y si...sin lugar a dudas cae la lluvia minuciosa presentificación siempre de lo que vuelve y no ha muerto.
La Lluvia.
Bruscamente la tarde se ha aclarado Porque ya cae la lluvia minuciosa. Cae o cayó. La lluvia es una cosa Que sin duda sucede en el pasado. Quien la oye caer ha recobrado El tiempo en que la suerte venturosa Le reveló una flor llamada rosa Y el curioso color del colorado. Esta lluvia que ciega los cristales Alegrará en perdidos arrabales Las negras uvas de una parra en cierto Patio que ya no existe. La mojada Tarde me trae la voz, la voz deseada, De mi padre que vuelve y que no ha muerto.
Borges. El Hacedor.
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