Han Kang desde la perspectiva de un lector errante
- andreaceardi
- 9 nov
- 13 Min. de lectura

(...) Las cosas siguieron así hasta que, con el sol casi en su cenit, supe: no estabas allí.
A.Entrevistadora: Me gustaría empezar por The White Book de Han Kang. ¿Qué fue lo que te llamó la atención?
E. Entrevistado: Me gustó porque empieza con una lista de cosas blancas que me recordó el primer libro medieval japonés que mi mamá me regaló. Ella sabía que me había interesado Mishima y Kawabata, entonces me regaló Makura no Sōshi (枕草子), el libro de almohada de Sei Shōnagon. Sei Shōnagon era una dama de compañía de la emperatriz.
A:¿Un diario?
E: Un diario, sí. Tiene estas secciones —las cosas que okashi, que le gustan— y pensamientos que salen de estas cosas. "Oh, qué tan lindo de hacer eso". Pero leyendo estos pensamientos que son, a primera vista, bastante... con muy poca profundidad, te das una idea de la vida que tenía. Es muy japonés, muy contemplativo. The White Book empieza así, pero después pasa algo distinto. Han Kang lidia, me parece, con sentimientos de alienación y de soledad. Es también muy introspectivo, pero no es el introspectivo de una aristócrata de la corte Heian de Japón que tenía todas las facilidades. Es la contemplación de una literata que vive en una sociedad muy rápida, con otro tipo de alienación. Más alienación.
A: ¿Entonces encontraste un paralelo con el libro de la almohada?
E:Sí. Solo para mí, claro. The White Book gira alrededor de una hermana que nació y murió después de unas horas, años antes del nacimiento de Han Kang. Una hermana que dejó rasgos en su madre. Entonces es una herencia que nunca conoció pero que está. Está en su pasado antes del pasado. Y le vuelve. Es un poco depredador —vuelve a eso y piensa. Pero sigue siendo un poco como Makura no Sōshi, porque los capítulos son una página, son imágenes. Es un poco como Sei Shōnagon, pero Sei Shōnagon es un poco una eloi. Han Kang no.
A:¿Una eloi?
E: Los eloi en la máquina del tiempo de H.G. Wells son uno de los términos de la humanidad que se ha separado en dos. Los eloi no tienen penas fuertes, viven como niños en un paraíso aparente. Han Kang no, es mucho más conflictiva. Está más conflictuada. Es una persona más compleja.


A: Hay otro libro de Han Kang que mencionaste antes...
E: Human Acts. La traducción francesa se acerca más al título coreano. El original es 소년이 온다 (Sonyeoni onda). 소년 (Sonyeon) es "el muchacho" y 온다 (onda) es el verbo "venir". El muchacho viene. Pero en francés le pusieron Celui qui revient —el que vuelve, el que regresa. Es una historia sobre desaparecidos.
A: ¿Y en español?
E: En español le pusieron Actos Humanos porque siguieron el título inglés. No sé por qué lo hicieron. El que ha vuelto, el que vuelve...
A: Me hizo acordar a un documental que tenía el título de "Fernando ha vuelto"de Caiozzi. Dos mujeres, médico forenses del instituto médico legal, están encargadas de la identidad de cuerpos que se presume corresponden a prisioneros detenidos desaparecidos durante la dictadura militar en Chile.. El documental muestra cuando le comunican a su viuda de forma oficial las causas de su muerte, mientras los restos yacen en una camilla. Es tensionante ver las osamentas y el proceso de identificación que hacen para lograr establecer su identidad, cuando empiezan a relatar lo que constatan en el cuerpo, es lo simbólico lo que puede suponer la inscripción de ese cuerpo … pienso en el que vuelve…¿qué es lo que vuelve ahí? Me hace pensar también en Nostalgia de la luz de Patricio Guzmán.
E:Sí, claro.
A: Ese documental también trabaja con los desaparecidos, con la búsqueda en el desierto de Atacama. Las mujeres cavando en la arena, los astrónomos mirando el pasado remoto del universo... ¿Hay algo ahí que resuene con lo que encontraste en Han Kang?
E:Puede ser. No sé. Quizá sí.
A:Dejémoslo ahí por ahora. Volvamos un momento a esas genealogías. Nombraste a Mishima, a Kawabata... ¿Cómo llegaste a esa literatura?
E: Bueno, el otro libro de la misma época que Sei Shōnagon es Genji Monogatari (源氏物語), el dicho del Genji, de Murasaki Shikibu. Era otra dama de compañía de la misma corte. Genji Monogatari es fantástico. También describe lo aristocrático, pero me gustó muchísimo. Es difícil de entrar porque también te dice qué futilidad todo eso. Me gustó por dos cosas. Tuve una fase donde leía -y todavía leo-poesía, y me encontré leyendo siempre más poesía siempre más vieja. Creo que empezó con Omar Khayyam, porque me leí un libro de Amin Maalouf cuando era adolescente, uno que tiene a Omar Khayyam como personaje. Después me leí los Rubáiyát. Me gustaron.
A. ¿Qué tenían los Rubáiyát?
E: El poema de Khayyam tiene dos niveles. Hay un nivel donde habla del alcohol y del ebrio-y es la metáfora para... bueno, quizá también porque a él le gustaba tomar, incluso si era un musulmán practicante. Pero también había el nivel sufí, donde es el ebrio para Dios, para las cosas místicas. Me gustó eso. Empecé a leer más. Cuando fui suficientemente maduro-viejo-para que me gusten, después de los veinte, me gustaron los japoneses.
A:¿Y Mishima?
E: Me leí Hōjō no Umi (豊饒の海), El mar de la fertilidad. Empecé por ahí. Tenía una edición que tenía los cuatro libros unidos. Me leí el primero, que es una historia de amor frustrado que termina con una que finalmente se hace monja y el otro que va pero no la dejan entrar porque ya se ha hecho monja. Y él muere en la nieve. Y todo este gran amor. Y no sé por qué, me salté todo el libro y leí las últimas páginas del cuarto libro, finalmente, de la serie.
A: ¿Te saltaste tres libros?
E:Sí. Tenía treinta años. Y me salté, pasaron como medio siglo entre historias. Y en estas últimas páginas vuelve un personaje —son libros separados pero tienen personajes en común— que era el amigo del que murió. Ahora es viejo, tiene como setenta, ochenta. Va a ver a una vieja monja que es la joven de la historia de amor. Ha pasado una vida practicando, meditando. Está por encima de las cosas. Y le habla del amigo y ella dice: "No me parece que lo conocí. Que conocí a esta persona". Y después el amigo se gira y ve el cielo azul vacío. Un gran vacío.
A:El vacío budista.
E:Una ausencia de deseo, una ausencia de dolor. Ella ya está. Ya está en el nirvana. Y el otro todavía está con los recuerdos, los dolores. Ella ya está por encima de todo eso. Me impresionó. Creo que fue bueno leer estas últimas páginas después de leer el primer libro, porque estás metido en esta historia de amor y el personaje muere, y al final del libro cuatro ya todo eso era un eco, un ruido de juventud que uno nunca superó y que el otro alcanzó a dejar detrás. Y entonces ves: todo este personaje que agarraste ya no es nada.
A:Eso se juega también en Kawabata...
E:Kawabata tiene Yama no oto (山の音), El ruido de la montaña. Es uno de mis libros favoritos. Describe la historia de un viejo que vive con su nuera. Ya no me acuerdo de la trama del libro, pero me acuerdo del sentimiento de contemplación que sentí leyendo ese libro.
A:¿Por qué empezaste a leer este tipo de literatura?
E: En un punto descubrí que me gustaba más que el resto porque no describía la sociedad que conocía yo, pero describía la humanidad. Tenía algo de remoto que me permitía meterme, de cierta manera entrar, sin tener el asco para algo que conozco. Podía verlo como espectador. Podía leerlo como espectador, como la monja que está por encima de las cosas.
A:y ese asco del que hablas… ¿Te refieres al malestar con la sociedad actual?
E: Si, pero no solo… es que la sociedad donde vivo o su antepasado inmediato… hace dos siglos… No me interesa leer mucho de la sociedad europea del siglo XIX … en el fondo la sociedad burguesa o la injusticia del proletariado. Me despierta la rabia que puedo tener para las injusticias actuales. Implica una carga emocional que no quiero leer cuando leo un libro.
A: Nombraste a otros clásicos...
E:Me leí Il Decameron. Me gustó muchísimo. No se debería leer en el colegio. Son libros que se deberían leer cuando uno tiene la... bueno. Il Decameron es, con La Divina Commedia, el clásico medieval vernacular en italiano. Son diez jóvenes aristócratas que huyen de Florencia durante una epidemia de peste. Hay una descripción de la peste en Florencia muy apocalíptica. Se van a la hacienda, al latifundio de uno, y para pasar el tiempo empiezan a contarse historias.
A: ¿Juegos literarios?
E:Son juegos medievales que se encuentran también en la literatura china vieja. ¿A qué se jugaba? Juegos de mesa, ajedrez, el wéiqí en China, y poemas. Los juegos de la alta sociedad en China eran poemas. Contamos historias, pero con uno de nosotros cada noche que define el tema, y sobre el tema otros tienen que contar una historia.
A:¿Alguna historia que recuerda especialmente?
E: Una de las primeras es súper chistosa. Un prestador de plata que es el peor de los hombres —codicioso, estafador, violador cuando puede, ha matado gente. Va en viaje de negocios a Borgogna. Los borgoñones tenían una mala reputación, de gente codiciosa, estafadora. Se enferma y está muriendo en la casa de estos amigos —entre comillas, porque este tipo de gente nunca tiene amigos. Los dos de Borgogna dicen: "Este se va a morir acá, ya que tenemos mala reputación nos van a echar la culpa". Lo escucha y dice: "Llamen a un sacerdote". Y se confiesa, pero alcanza a dar vuelta sus pecados para presentarlos, sin mentir demasiado, como algo que el cura va a interpretar como virtuoso. Que nunca ha tocado una mujer —no, porque le gustan los hombres, pero eso no lo dice. El cura llena el resto falso. Le dan los últimos sacramentos, él muere, y el cura regresa a su iglesia y cuenta: "Oh, qué santo hombre se murió". Y la casa de los dos borgoñones estafadores se vuelve un santuario, un lugar de peregrinación.
A: Il Decameron estuvo en el Índice de libros prohibidos...
E:Sí, por muchos años. Creo que salió en el siglo XX. O quizá todavía está. Hay otra historia de uno de Perugia que el padre manda a Nápoles para comprar caballos, con plata. Los umbreses tenían una reputación de campesinos. Se hace estafar por una prostituta que se presenta como una prima de la tía de... no sé. Le roba la plata y lo deja en el baño. Él se vuelve vagabundo, es recuperado por una banda de ladrones que van a robar la tumba del obispo recién muerto. Le dicen: "Tú vas dentro para pasarnos todas las cosas". Pero algo los perturba, tienen que huir, lo dejan dentro de la tumba. Otros ladrones vienen, ponen la mano y él agarra. Hay todo un quid pro quo donde piensan que es el obispo, un fantasma. Huyen, y él sale con una olla que pertenecía al obispo y se puede comprar los caballos.
A:También leíste clásicos chinos...
E: La historia de los Tres Reinos, Sānguó yǎnyì (三国演义), que es una historia Ming. Muy interesante porque tiene un sesgo muy bien definido para una de las facciones, pero no es la facción que gana. Y hay errores que después fueron verificados. Hay parágones de virtud que, bueno, uno decide hacer las cosas por sí mismo sin seguir los consejos y fracasa. El otro empieza a crear su propia leyenda y muere. Son, desde un cierto punto de vista, más sencillos que los romanos modernos, pero hay algo...
A: ¿Qué te gustó de todo eso?
E: Me gustó este... desde un cierto punto de vista, lo sencillo. Pero lo que realmente me gustó fue poder verlo desde afuera, como espectador. Sin el asco de lo que conozco.
A: Volvamos a Han Kang. Hay un capítulo específico que querías mencionar...
E: Sí. Es largo, pero es el segundo capítulo. En Human Acts, después de la masacre de Gwangju. El capítulo se llama Le souffle noir en francés —el aliento negro, el suspiro negro. Es la no-sensación de un alma que se queda pegada al cuerpo que está ya muerto. Es una visión del punto de vista de un fantasma que no tiene sensaciones excepto algo muy atenuado, que no puede comunicar, que no puede hablar, y que ni siquiera puede ver las otras almas. Está solo con su cuerpo. Y sabe que hay otras, pero las otras no se pueden ver. Se pueden percibir, pero no pueden hablar, no pueden comunicar.

A:¿Cómo funciona en el texto?
E: Hay esta descripción del no-encuentro de las almas y del hecho de que pueden solo percibir las cosas de manera muy atenuada porque ya no tienen la capacidad de percepción. Es la primera vez que había leído este tipo de descripción. Lo encontré muy bueno. Y ahí me gustó el libro.
A: Quieres leer el fragmento del capítulo...
E:Sí. Dice:
Nuestros cuerpos están apilados uno encima del otro en forma de cruz.
El cuerpo de un hombre que no conozco ha sido arrojado sobre mi estómago en un ángulo de noventa grados, boca arriba, y encima de él hay un niño, mayor que yo, lo suficientemente alto como para que el pliegue de sus rodillas presione hacia abajo sobre mi pies descalzos. El cabello del chico me rozó la cara. Pude ver todo eso porque todavía estaba pegado a mi cuerpo, entonces.
Vinieron hacia nosotros. Cascos, brazaletes de la Cruz Roja sobre las mangas de uniformes jaspeados, rápido. Trabajando en parejas, empezaron a levantarnos y arrojarnos a un camión militar. Una acción tan mecánica como cargar sacos de grano. Floté alrededor de mis mejillas, la nuca, aferrándome a estos contornos para no separarme de mi cuerpo. Extrañamente, me encontré solo en el camión.
Allí estaban los cuerpos, por supuesto, pero no conocí a nadie como yo.
Estaban allí, tal vez, apretados en los confines del camión, pero no podía verlos, no podía sentirlos. "Nos encontraremos en el otro mundo", solía decir la gente.
Esas palabras no tenían sentido ahora.
El revoltijo aleatorio de cuerpos, incluido el mío, fue sacudido en el
camión.
Incluso después de haber perdido tanta sangre que mi corazón finalmente se detuvo, la sangre había continuado drenándose de mi cuerpo, dejando la piel de mi cara tan delgada y transparente como el papel de escribir.
Qué extraño, ver mis propios ojos cerrados en ese rostro ensangrentado.
A medida que avanzaba la noche a nuestro alrededor, el camión dejó los distritos urbanizados y corrió por una calle desierta, rodeada a ambos lados por campos que se oscurecían. Comenzó a ascender por una colina baja, densamente arbolada con altos robles, luego una puerta de hierro se abrió a la vista. El camión redujo la velocidad hasta detenerse frente a la puerta y los dos centinelas saludaron. Dos chillidos largos y agudos de metal, primero cuando los centinelas abrieron la puerta y de nuevo cuando la cerraron detrás de nosotros. El camión subió un poco más la colina, se convirtió en un claroflanqueado por un edificio bajo de concreto a un lado y un bosque de robles al otro.
Bajaron del camión, dieron la vuelta a la parte trasera y desabrocharon el pestillo. Nuevamente en parejas, una persona para agarrar las piernas y la otra para agarrar los brazos, nos trasladaron del camión al centro del claro. Mi cuerpo pareció deslizarse bajo mi agarre vacilante, como si intentara soltarme, pero me aferré con una fuerza nacida de la desesperación. Miré hacia el edificio bajo, las ventanas iluminadas. Quería saber qué tipo de edificio era, dónde estaba, adónde llevaban mi cuerpo. Se abrieron paso hacia la espesura que daba al terreno baldío. Siguiendo las instrucciones gestuales de uno que parecía estar a cargo, apilaron los cuerpos en forma ordenada en forma de cruz. El mío fue el segundo desde abajo, apretado y aplastado aún más por todos los cuerpos que se amontonaron en la parte superior. Incluso esta presión no exprimió más sangre de mis heridas, lo que solo podía significar que ya se había filtrado. Con la cabeza inclinada hacia atrás, la sombra de la madera convirtió mi rostro en un pálido fantasma de sí mismo, con los ojos cerrados y la boca entreabierta.
Cuando arrojaron un saco de paja sobre el cuerpo del hombre en la parte superior, la torre de cuerpos se transformó en el cadáver de una bestia enorme y fantástica, con sus docenas de piernas extendidas debajo. Después de que se fueron, la oscuridad se cerró a nuestro alrededor. El tenue resplandor que se había quedado en el cielo occidental se disolvió lentamente en la oscuridad circundante. Me moví rápidamente hasta la cima de la torre de cuerpos, anclándome a ese último hombre para ver una luz pálida filtrarse a través de volutas de nube gris, un sudario para la media luna. Las hojas y ramas de la espesura se cruzaban con esa luz, sus sombras proyectaban patrones en los rostros muertos como horribles tatuajes.
Debió ser cerca de la medianoche cuando sentí que me tocaba; ese deslizamiento suave aliento de algo incorpóreo, esa sombra sin rostro, sin siquiera lenguaje, ahora, para darle cuerpo. Esperé un rato con la duda y el desconocimiento, de quién era, de cómo comunicarme con él. Nadie me había enseñado nunca cómo dirigirme al alma de una persona. Y quizás, o eso parecía, mi compañero estaba igualmente desconcertado. Sin el baluarte familiar del lenguaje, todavía sentimos, como una fuerza física, nuestra existencia en la mente del otro. Cuando, finalmente, lo sentí suspirar, su resignación, su abandono, me dejó solo de nuevo.La noche se hizo más profunda, se entrelazó con una serie de sucesos similares. Los bordes de mi sombra se dieron cuenta de un toque silencioso; la presencia de otra alma.
Nos perderíamos preguntándonos quién era el otro, sin manos, pies, cara, lengua, nuestras sombras se tocan pero nunca se mezclan del todo.
Llamas tristes lamiendo una pared lisa de vidrio, solo para deslizarse sin decir palabra, superada por cualquier barrera que hubiera allí. Cada vez que sentía que una sombra se me escapaba, miraba el cielo nocturno. Cómo quería creer que esa media luna envuelta en nubes me estaba cuidando, un ojo brillante con inteligencia. En realidad, nada más que un enorme y desolado trozo de roca, completamente inerte.
Fue cuando esa noche extraña y vívida se acercaba a su fin, cuando la tenue luz azul del amanecer había comenzado a filtrarse en la tinta negra del cielo, que de repente pensé en ti, Dong-ho. Sí, estuviste allí conmigo ese día. Hasta que algo parecido a un garrote frío se estrelló repentinamente contra mi costado. Hasta que colapsé como una muñeca de trapo. Hasta que mis brazos se alzaron en muda alarma, en medio de la cacofonía de pasos que tamborileaban contra el asfalto, disparos ensordecedores. Hasta que sentí la cálida extensión de mi propia sangre subiendo por mi hombro, la parte de atrás de mi cuello. Hasta entonces, estabas conmigo.
Los saltamontes cantaban. Los pájaros escondidos empezaron a trinar con su canto matutino. Ráfagas de viento rozaban las hojas de los árboles oscuros. El sol pálido temblaba sobre el borde del horizonte, subiendo hacia el centro del cielo en un avance violento y majestuoso.
Apilados detrás de la espesura, nuestros cuerpos ahora comenzaron a ablandarse al sol, con la putrefacción. Nubes de tábanos y efímeras se posaron en esos lugares que estaban pinchados con sangre negra seca, se frotaron las patas delanteras, se arrastraron, volaron, luego resuelto de nuevo. Empujé hasta los bordes de mi cuerpo, queriendo comprobar si el tuyo también estaba atascado en la torre en algún lugar, si habías sido una de esas almas cuya fugaz caricia se había apoderado de mí la noche anterior. Pero no pude, estaba atascado, incapaz de separarme de mi cuerpo, que parecía haber adquirido algún tipo de fuerza magnética. Incapaz de apartar la mirada de mi rostro pálido como un fantasma.
Las cosas siguieron así hasta que, con el sol casi en su cenit, supe: no estabas allí.
A: Es extraordinario. El alma que se queda pegada al cuerpo que se está pudriendo...
E: Exacto. Los milicos lo llevaron a un campo afuera de la ciudad. Y hay esta descripción del no-encuentro de las almas y del hecho de que pueden solo percibir las cosas de manera muy atenuada porque ya no tienen la capacidad de percepción. No sé, lo encontré... es la primera vez que había leído este tipo de descripción. Lo encontré muy bueno. Y ahí me gustó el libro.
A: ¿Qué capítulo es?
E: Le souffle noir. El segundo capítulo.
Entrevista realizada en Viña del Mar, septiembre de 2025



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